Fuera caretas: este Cádiz quiere jugar en Primera

En Montilivi habían perdido Levante y Getafe, entre otros. No había ganado nadie. Pero el Cádiz fue, jugó y ganó. En otra demostración de madurez y de narices, el equipo cadista fue capaz de vencer con dos goles en el primer tiempo y con muchos sufrimiento en el segundo. Ahora, con 50 puntos en la talega, hay que pensar en todo.

El Cádiz salía con un once revolucionario, con Malón como carrilero por la derecha y con Carpio que se metía como central por momentos. Además, jugaba Garrido por delante de José Mari y Abdullah. Parecía que renunciaba a las bandas dejando a Nico Hidalgo en el banquillo y poniendo a Álvaro muy cerca de Ortuño.
El primer aviso lo dio Longo tras un fallo de Carpio, pero su disparo se fue alto. El Cádiz, que había salido con la intención de mirar tú a tú a su oponente, daba facilidades en los primeros momentos del encuentro. Las pérdidas en la medular eran castigadas por un rival muy intenso.
La primera ocasión del Cádiz llegó en el minuto 10 con un remate de cabeza de Sankaré en una acción en la que Longo le hizo un claro penalti a Aridane. No había un claro dominador, con el equipo de Cervera poniendo en práctica ese novedoso sistema de tres centrales y sin bandas con el que pretendía cortocircuitar a su oponente.
No se puede decir que el Cádiz renunciara al ataque con respecto a otros días, pero lo hacía de otro modo. Y dio primero con un estilo habitual: aprovechando un robo. Un mal despeje lo recibió José Mari, combinó con Álvaro García y éste le dio el balón a Ortuño, que soltó un zurdazo extraordinario en el minuto 17 que entró después de dar en el palo.
El Girona no estaba acostumbrado a sufrir y el castigo sólo había empezado. Los locales estaban muy incómodos y el Cádiz ganaba casi todos los balones divididos por su buena colocación y en uno de ellos un balón en profundidad de José Mari terminó en los pies de Álvaro García, que no estaba en fuera de juego, y que definió muy bien delante de René. El partido no podía empezar mejor.
El Girona tenía que reaccionar y lo hizo. Empezó a tener más la posesión y forzaba faltas al borde del área, aunque en ataque estático el Cádiz no sufría mucho porque cerraba todos los espacios, que para eso tenía sobre el campo un sistema inhabitual. Maffeo hacía diagonales desde la derecha, pero se metía en el embudo del centro preparado por Cervera y Cifuentes veía con tranquilidad el partido.
En el primer tiempo se estaba viendo un Cádiz diferente. Si hasta el momento era conocido por la profundidad de sus bandas, en este caso ofrecía una versión diferente pero igual de efectiva. Tras aprovechar dos ocasiones, el equipo se replegaba y no perdía la concentración. Cifuentes no tuvo que intervenir hasta el minuto 39, cuando rechazó un cabezazo de Aday en el segundo palo.
En los últimos minutos del primer tiempo, el equipo gaditano hizo lo posible por dormir el partido teniendo posesiones más largas y con el claro objetivo de llegar al descanso con ese 0-2. 
Tras la reanudación, el Girona salía con renovados bríos. En el minuto 48 tuvo Sandaza un remate de cabeza muy claro e incomprensible con un simple centro lateral, pero por suerte el balón se marchó fuera. La posesión, lógicamente, era de los locales y el Cádiz esperaba su momento para dar un mazazo definitivo. Borja García parecía encontrar huecos por detrás de Garrido y José Mari y el Cádiz sufría.
Portu aparecía por todos lados y Maffeo hacía daño desde la derecha. El equipo gaditano tuvo la fortuna de que el remate de Sandaza en el minuto 55 se fue al palo y después Cifuentes tenía que despejar lo remates consecutivos de Maffeo y Aday. Eran momentos de asedio local, aunque a la contra el Cádiz avisaba con una conducción de Álvaro que casi le deja solo delante de René.
Otra vez se encontró con el palo Borja García con un lanzamiento lejano en el minuto 63. La suerte que otros días faltó en este caso se ponía de cara. Pero para no dejarlo todo al destino, Cervera daba entrada a Rubén Cruz por Abdullah. El equipo ya no tenía la pelota y no defendía bien porque había reculado mucho. Ya fue inevitable un golazo de Longo en el minuto 65 de chilena en pleno acoso local. Portu, acto seguido, tuvo otro disparo muy peligroso que rozó el empate.
Ya el equipo no era pétreo como en el primer tiempo. Parecía no haber fuerzas ni colocación y cualquier balón colgado era de mucho peligro. La entrada de Cruz no estaba aportando nada y cabía esperar alguna reacción del Cádiz o alguna señal de cansancio en los catalanes. El partido entró en el último cuarto de hora con la sensación de que el empate estaba más cerca que el tercer gol cadista.
Si en los últimos minutos contra el Rayo hubo que sufrir, en este caso se multiplicó por cien. Era un sinvivir porque el equipo no se atrevía a dar un paso adelante y cuando se ponía cerca del área de René le faltaba acierto para rematar a su rival. Los centrales, ya con Servando en el campo, se multiplicaban para despejar todo lo que llegaba al área. En el otro área, Garrido y Cruz pudieron hacer el tercero pero no hubo claridad ni fuerzas. Pero hubo final feliz y el calvario concluyó con una victoria que puede ser un punto de inflexión para seguir soñando.